Se conoce con este nombre un texto escrito por san Juan Eudes hacia 1644 y 1645. La Congregación de Jesús y María estaba recién fundada y todavía no tenía texto de Constituciones. Se usaba entonces entre los religiosos que al texto de Constituciones propiamente dichas precediera una Regla que sirviera de inspiración a ese texto en buena parte muy jurídico y muy dedicado a los detalles prácticos de la vida personal y comunitaria. Eran conocidas las Reglas de san Agustín, de san Basilio y de san Benito.
San Juan Eudes no se propuso fundar una congregación estrictamente encasillada en el cuadro de los religiosos. Para él los miembros de su congregación eran sacerdotes muy conscientes de sus compromisos bautismales y sacerdotales. No había por tanto que darles una de las Reglas apropiadas para los religiosos.
Pensó entonces en escribir él mismo una Regla que fundamentara la vida cristiana a partir del bautismo, que sustentara la vida sacerdotal y que fuera inspiración de la vida comunitaria. Y qué mejor que ponerla en labios del mismo Señor Jesús y de la misma Virgen María a quienes él consideraba como los verdaderos fundadores de la congregación.