La secularidad consagrada: “no existe en la vida un espacio de lo sagrado y un espacio de lo profano, un tiempo para Dios y un tiempo para las vicisitudes grande y pequeñas de la historia”.
El mundo y la historia son «historia de salvación», por lo cual los miembros de los Institutos viven como contemplativos en el mundo, al lado de cada hombre, con simpatía y en cada acontecimiento con la confianza y la esperanza que se desprenden de una relación fundante con el Dios de la historia
Una con-participación responsable y generosa, que podríamos definir, con una expresión más sencilla, como capacidad para saber vivir dentro: Dentro de la historia: es decir asumiendo responsabilidades en el ámbito económico, político, prestando atención a los «signos de los tiempos», en el compartir del riesgo común, en el arduo camino de la esperanza.
Dentro de la casa: conociendo y sufriendo los problemas familiares: los del nacimiento y de la muerte; de la enfermedad y del trabajo; de la compra, del vecindario.
Dentro del corazón: en aquel mundo de afectos, de sentimientos, de emociones y de reacciones que se encienden en la red de las relaciones interpersonales y en aquella convivencia que forma el tejido del cotidiano vivir;
Dentro de las situaciones: en el quehacer continuo del discernimiento, en la perplejidad de las opciones marcadas a veces por el sufrimiento
Dentro de las estructuras: en la dificultad de las contradicciones, en la tentación de ir contra conciencia, en la mezcla de las rivalidades



