Las Fieles Siervas de Jesús quieren ser fieles a Cristo y a su Iglesia para iluminar y ordenar el mundo desde dentro. Entienden la secularidad como una inserción en el mundo, donde se deben santificar siendo testimonio vivo de Cristo, en las condiciones de la vida actual, común y cotidiana.

En el mundo y desde el mundo, valiéndose de las actividades y circunstancias que corresponden a la condición seglar (Cfr. PC 11; Canon 710).

Su consagración a Cristo no es una separación de los demás, pero exige una ruptura interior en vista del don a los hombres para colaborar en la edificación de un mundo mejor y verdaderamente cristiano.

En virtud de su compromiso la Fiel Sierva de Jesús ejerce la misión de testimonio y penetración en la familia, en el trabajo o profesión y en su ambiente social.

El primer debe de una Fiel Sierva de Jesús es la santidad de su vida, a la cual está llamada por la gracia del Bautismo y de su Consagración.

El apostolado de la acción lo realiza colaborando con gran sentido eclesial en las Obras de la Iglesia.