Vocación Consagración Secular

La Consagración Secular

La vida consagrada se expresa por la profesión de los Consejos Evangélicos.

Asumir esta forma de vida es posible solo desde una especial vocación y gracias a un don peculiar del Espíritu

La senda de los Consejos Evangélicos se encamina hacia la realización de esta forma de vida que orienta a hacer del propio ser y de la propia identidad bautismal una ofrenda para servicio y honor de Dios.

La exhortación Apostólica Vita Consecrata manifiesta que es un don de Dios y encuentra su fundamento evangélico en la especial relación que Jesús, en su vida terrena, estableció con algunos de sus discípulos, invitándoles no sólo a acoger el Reino de Dios en la propia vida, sino a poner la propia existencia al servicio de esta causa, dejando todo e imitando de cerca su forma de vida.

Este especial «seguimiento de Cristo», en cuyo origen está siempre la iniciativa del Padre, tiene pues una connotación esencialmente cristológica y pneumatológica, manifestando así de modo particularmente vivo el carácter trinitario de la vida cristiana, de la que anticipa de alguna manera la realización escatológica a la que tiende toda la Iglesia.

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LA CONSAGRACIÓN SECULAR es, pues, una forma de vida consagrada en sentido pleno y total.

No es de ninguna manera un camino intermedio entre la consagración religiosa y la consagración bautismal.
La vida consagrada en un Instituto Secular es, esencialmente, una consagración a Dios no solamente interna, sino externa, pero externa, coram ecclesia, en una institución aprobada por la Iglesia.
Por la profesión de los Consejos Evangélicos, vividos en la cotidianeidad, los miembros se sitúan en la historia como semilla de nuevos horizontes y anticipo entre Dios y el hombre.

La pertenencia a un Instituto Secular, aprobado por un Obispo o por la Santa Sede,

  • conlleva una opción que implica todas las dimensiones de la existencia humana 
  • que dura toda la vida (independientemente del tipo de incorporación definido por las Constituciones),
  • es un compromiso de seguir a Cristo, asumiendo aquella propuesta de vida que el Instituto prevé.

Al no tratarse de una consagración individual, sino de una vocación que consiste en compartir y encarnar un carisma reconocido como bien eclesial, entre el Instituto y el individuo miembro se instaura una relación fundante.

El Instituto es una fraternidad que ayuda y sostiene la vocación de los miembros, es un lugar de formación y de comunión. Es una ayuda concreta para perseverar en la propia vocación. Cada consagrado, de su parte, encarnando la regla de vida expresa aquel don vivo y vital que el Espíritu hizo a la Iglesia.

Secularidad Consagrada

A la luz de la Revelación el mundo aparece como saeculum:

  • no existe en la vida un espacio de lo sagrado y un espacio de lo profano,
  • un tiempo para Dios y un tiempo para las vicisitudes grandes y pequeñas de la historia.
  • El mundo y la historia son «historia de Salvación», por lo cual los miembros de los Institutos viven como contemplativos en el mundo,
  • al lado de cada hombre, con simpatía y en cada acontecimiento con la confianza y la esperanza que se desprenden de una relación fundante con el Dios de la historia.

Por esto, el «permanecer» en el mundo es fruto de una opción, una respuesta a un llamado específico:

  • es asumir esta dimensión del estar dentro, del estar cerca,
  • del mirar el mundo como realidad teológica, en la que se entrelazan la dimensión histórica y la dimensión escatológica.

Esto exige un notable desarrollo de aquella cualidad humana, tan proclamada hoy, que es la capacidad de «con-participación».

Una participación responsable y generosa con el otro, que podríamos definir, con una expresión más sencilla, como capacidad para saber vivir dentro:

  • Dentro del corazón: en aquel mundo de afectos, de sentimientos, de emociones y de reacciones que se encienden en la red de las relaciones interpersonales y en aquella convivencia que forma el tejido del cotidiano vivir;
  • Dentro de la casa: conociendo y sufriendo los problemas familiares: los del nacimiento y de la muerte; de la enfermedad y del trabajo; de los gastos y del vecindario.
  • Dentro de las estructuras: en la dificultad de las contradicciones, en la tentación de ir contra la conciencia, en la molestia de las rivalidades;
  • Dentro de las situaciones: en el quehacer continuo del discernimiento, en la perplejidad de las opciones marcadas a veces por el sufrimiento;
  • Dentro de la historia: es decir asumiendo responsabilidades en el ámbito económico, político, prestando atención a los «signos de los tiempos», en el compartir del riesgo común, en el arduo empeño de la esperanza.

¿Qué es el Instituto Secular Fieles Siervas de Jesús?

El Instituto Secular Fieles Siervas de Jesús, fue fundado en Bogotá Colombia el 25 de marzo de 1941 por Mercedes Ricaurte Medina, dirigente de la Acción Católica Femenina y el sacerdote francés Andrés Basset, Eudista.

Está constituido y aprobado como Instituto de Vida Consagrada en conformidad con el Derecho Universal de la Iglesia (cánones 710 a 730) y se regula por las normas que se refieren a los Institutos Seculares y sus Constituciones propias.

Fue erigido como Persona Jurídica por Decreto de marzo 2 de 1950 del Arzobispo de Bogotá y declarado de Derecho Pontificio por Decreto No. 17/47 de 7 de agosto de 1968  de la Sagrada Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica.

El Instituto lleva el nombre de Fieles Siervas de Jesús. 

El Ideal de sus miembros es estar al servicio de Jesucristo y de todo el pueblo de Dios.

El Instituto tiene como fin la Gloria de Dios por la santificación de sus Miembros mediante la práctica fiel de los Consejos Evangélicos y del Apostolado.

Su Lema: “He aquí la Sierva del Señor” (Lc 1,38):  “María, aceptando la Palabra Divina, fue hecha Madre de Jesús y abrazando la Voluntad Salvífica de Dios, con generoso corazón se consagró totalmente, cual esclava del Señor, a la Persona y a la obra de su Hijo” (LG 56)

 La Fiesta Patronal, la Anunciación del Señor: “Mediante la Encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre” (Cfr GS 22).

 La Virgen María, quien en la Encarnación con su Fiat se declaró Esclava del Señor, es el modelo de la Fiel Sierva de Jesús.

 El Carisma Fundacional: “La Consagración a Dios en el mundo, para servir a la Iglesia”.

Sus características esenciales:

ESPIRITUAL,   la identificación con Jesús.

APOSTÓLICA, la penetración en el mundo para santificarlo desde dentro.

COMUNIÓN, a través de una profunda vida fraterna.

Espiritualidad

La Doctrina de la Incorporación a Cristo es el fundamento de la Espiritualidad del Instituto.

Para vivirla plenamente las Fieles Siervas de Jesús buscan reproducirlo en toda su persona; se esfuerzan por alcanzar una completa identificación con Él de pensamientos, deseos, afectos e intenciones.

Este es su único ideal y el objeto de todos sus esfuerzos para glorificación de la Santísima Trinidad.

El deseo profundo del padre Andrés Basset, asumido por Merceditas a lo largo de su vida, fue que todos los miembros del Instituto bebieran de las fuentes de la “Espiritualidad Eudista”. Esto implica hacer de nuestra vida la experiencia maravillosa de una existencia apoyada en la Palabra del Señor y la convicción que nuestra espiritualidad es plenamente Bíblica.

Contacto

Sección 1

Fieles Siervas de Jesús Consagradas

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